miércoles, 28 de agosto de 2013

Paredes blancas (Necrofotografía)



 
Ya no están presentes, vive su memoria. De vez en cuando me doy un paseo por su casa y capturo algunas imágenes de singular belleza. Su hogar es el mío, porque hogar es donde uno se siente a gusto. Son mis amigos, porque ellos como yo guardan profundos y reflexivos silencios. ¿Quién ha sido juzgado, criticado, humillado o traicionado por un muerto? 
 



Su morada gris es como un panal, gélidas celdas que guardan secretos, promesas no cumplidas, silencios eternos. Esos solitarios pasillos están llenos de historias inconclusas, porque nadie, con excepción de los suicidas, espera con ansias el momento final.






Contrario al aterrador ambiente de dolor constante y súplica desesperada de las iglesias, la paz de los cementerios es sobria; algunos salmos responsoriales quiebran por instantes la armonía y luego vuelve a reinar el silencio. 





La dulce mirada de sus guardianes agobia a los vivos que no entienden del gozo en que se encuentran los que aquí habitan. Bellas obras que invitan al visitante a no alterar la atmosfera pacifica del cementerio, a recordar nombres y fechas, algunas olvidadas.










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